lunes, 1 de agosto de 2011

Disquisiciones sobre la guerra y el anarquismo en Eumeswil, de Ernst Jünger


"En pura lógica anarquista, se podría tomar parte en guerras civles, pero no en guerras nacionales. Hay excepciones y también transiciones, por ejemplo la insurrección. En Bakunin se combinan el anarquismo y la eslavofilia. Garibaldi, héroe nacional con incrustaciones anarquistas, viaja por los campos de batalla de dos continentes. Sacaba buen partido del hecho de estar familiarizado con las armas de mar y tierra. Ofrece, en cambio, un deplorable espectáculo el ideólogo puro, que durante unos días o semanas 'ha conquistado el poder'. También para el anarquista la guerra(*) es el padre de todas las cosas; le asiste la razón cuando deposita en ella grandes esperanzas. La máxima de Clausewitz, de que la guerra es la continuación de la política con otros medios, es válida para el anarquista, pero en el sentido contrario: en toda declaración de guerra olfatea ya un nuevo amanecer. En la guerra civil mundial actuó, entre las naciones y partidos en lucha, un difuso ejército de guerrilleros anarquistas. Fueron utilizados hasta la consunción. Pocas veces los remolinos anarquistas agitan durante semanas o por más tiempo la corriente de la historia. Presuponen una situación política en tablas. Como ejemplo clásico suele citarse la Comuna de París, en el marco de una guerra franco-germana, hacia finales del siglo XIX de la era cristiana. Socialistas y comunistas reclaman el honor de sus promotores. También en el fuego de la historia es posible calentarse las manos, pero a conveniente distancia. Se olfatea la presencia de lo atemporal, que irradia sus inquietantes rayos en el tiempo. Si la guerra es el padre de las cosas, la anarquía es su madre; se inicia una nueva era."

(*) La sentencia es griega; en esta lengua, guerra (polemos) es masculino. (N. del T.).


Eumeswil, de Ernst Jünger (1977), págs 329-330. Narrativas, RBA Editores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario